29 sept 2012

Mirando el futuro

POTENCIAL TURÍSTICO DEL ALTO MAYO

II PARTE
Por: Ludwig Cárdenas

En la primera parte de este artículo, se trató de describir escuetamente las potencialidades turísticas naturales del Valle Alto Mayo. No se mencionó el turismo relacionado a nuestras manifestaciones culturales o tradicionales, el cual será tratado exclusivamente en otra oportunidad.

En esta segunda parte, trataremos sobre las dificultades (limitaciones) y las alternativas que existen para poder avanzar en el desarrollo turístico ligado a nuestras riquezas naturales. Antes, considero que es importante aclarar algunos detalles. El turismo de naturaleza, es una modalidad turística que plantea una interrelación estrecha con la naturaleza, preocupada en la conservación de los recursos naturales y sociales del área en que se efectúa la actividad turística. Se puede afirmar, también, que turismo de naturaleza se refiere a los viajes que tienen como fin realizar actividades recreativas en contacto directo con la naturaleza y las expresiones culturales que le envuelven, con una actitud y compromiso de conocer, respetar, disfrutar y participar en la conservación de los recursos naturales y culturales.

El turismo de naturaleza está dividido en tres grandes segmentos: Ecoturismo, turismo de aventura y turismo rural, cada uno compuesto por diversas actividades, donde cabe señalar que cualquiera de ellos puede requerir de guías, técnicas y equipos especializados.

Naturalmente, en este breve artículo o comentario no pretendo tratar sobre todas las complejidades del turismo. Considero que habrá ciertos aspectos que pueden ser complementados y/o aclarados por especialistas.

Decía, en la primera parte, que en el Alto Mayo contamos con un enorme potencial para desarrollar el turismo de naturaleza, y que una gran amenaza para avanzar en este sentido es la migración desordenada que hasta ahora sigue padeciendo el departamento de San Martín. La migración desordenada está propiciando la deforestación de grandes espacios de bosques, inclusive de nuestras áreas naturales protegidas; lo cual trae como consecuencia la pérdida de los recursos hídricos, la biodiversidad y los paisajes naturales.

El desarrollo del turismo de naturaleza, en cualquier lugar, debería contemplar al menos tres aspectos: 1) La conservación y protección de los atractivos turísticos naturales, 2) Un trabajo coordinado entre los principales actores de una localidad, y 3) El manejo de un presupuesto adecuado. Estos tres puntos deben estar contemplados en un plan, donde estén claramente definidos la visión, objetivos, estrategias y actividades al corto, mediano y largo plazo que se deben realizar.

El Gobierno Regional de San Martín cuenta con un Plan Estratégico Regional de Turismo, desde el 2008. Asimismo, algunas municipalidades provinciales cuentan con planes similares; pero, estas herramientas de gestión lamentablemente están sólo para adornar los andamios y escritorios de nuestros burócratas (autoridades y funcionarios) que, muy probablemente, en el mejor de los casos, sólo se han dignado a darles una ligera ojeada por simple cumplimiento. Son las autoridades quienes en permanente coordinación con los empresarios turísticos deberían propiciar el desarrollo o ejecución de estos planes. Evidentemente, no existe, voluntad política para esto.

San Martín, no obstante sus enormes potencialidades, por negligencia e incapacidad de sus autoridades, acostumbrados a priorizar el desarrollo de actividades más costosas y menos sostenibles, camina irrefrenablemente hacia el empeoramiento de su crisis ambiental; que más tarde, inevitablemente, se convertirá en crisis social.

Ahora más que nunca nuestros “representantes” deberían contemplar que el turismo de naturaleza es la única actividad que garantizaría en San Martín un desarrollo en armonía con la conservación de su patrimonio natural. La única actividad que propiciaría que seamos reconocidos verdaderamente como una “región verde”.
La agricultura se debe desarrollar en lugares apropiados, y no en las áreas naturales protegidas, cuyos suelos no son adecuados para realizar actividades productivas.
La construcción de trochas carrozables no debe seguir dándose en el interior de nuestras áreas naturales protegidas, pues, contribuirá a la pérdida de nuestras fuentes de agua, biodoversidad y paisajes naturales.

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