Ludwig H. Cárdenas Silva
EN SAN MARTÍN:
GESTIÓN DE LOS RECURSOS HÍDRICOS EN SU PEOR CRISIS.
07/12/2009
Tras la apertura de la carretera Marginal de la Selva, San Martín ha venido recibiendo una afluencia masiva y desordenada de agricultores migrantes provenientes, en su mayoría, de las zonas rurales de la sierra y costa norte del país, quienes llegaron a nuestra región con la aspiración de encontrar tierras aptas y disponibles para dedicarse, principalmente, a la agricultura y ganadería, y así labrarse un porvenir más promisorio que en su lugar de origen.
Después de más de 30 años de “integración” - por vía terrestre - con la sierra y la costa, la ocupación del territorio sanmartinense sigue dándose sin ningún criterio de sostenibilidad. Los migrantes, ante la falta de conocimiento y orientación, se ubicaron y continúan ubicándose donde mejor les parece, desconociendo la vocación o aptitud de las tierras y empleando técnicas de cultivo inadecuadas para nuestra realidad amazónica. Resultado de estos hechos es que la problemática ambiental se torna cada vez más crítica en San Martín. Desde Rioja (en la parte norte) hasta Tocache (en la parte sur) la deforestación (bajo la modalidad de tala, rozo y quema) con fines agrícolas, pecuarios y forestales sigue imparable e incontrolable; hecho que, actualmente, convierte a nuestro departamento en el más deforestado del país.
Según el INEI, en 1972 la población de San Martín era de 224,427 habitantes, en 1981 ascendió a 319,751, y actualmente llega a 728,808. Algunos especialistas sostienen que este crecimiento poblacional ha significado, hasta fines de la década del 80, un aporte al desarrollo socio-económico de San Martín; pero, después de que los migrantes coparon las tierras de vocación agrícola y pecuaria, empieza a surgir nuestra problemática ambiental, pues, éstos se orientaron hacia las zonas que deben permanecer intangibles, es decir, hacia las áreas naturales protegidas donde se encuentran las micro-cuencas (fuentes abastecedoras de agua). Consecuencia de estos hechos deplorables es que el caudal de nuestros ríos, entre mayo y diciembre, disminuye cada vez más, originando continuos racionamientos de agua a las poblaciones e inclusive a las tierras de cultivo (ubicadas en los valles). Contrariamente, en la época de lluvias (de enero a abril) los huaycos hacen sentir su poder destructivo en nuestras carreteras, y los ríos crecen más de lo habitual produciendo continuas y devastadoras inundaciones. En ambos casos con serias consecuencias a la economía regional.
San Martín es, con seguridad, uno de los departamentos más estudiados del país. Cuenta con una diversidad de instrumentos de gestión ambiental que, de implementarse, propiciarían un desarrollo socio- económico en armonía con la conservación de nuestro patrimonio natural. Entre estos planes o instrumentos de gestión podemos destacar la Zonificación Ecológica - Económica (validada en el 2006) y el Plan de Ordenamiento Territorial que ya se elaboró en algunas provincias y distritos, y continúa elaborándose en otras más (como es el caso de Rioja y Moyobamba). Estos dos instrumentos de gestión, constituyen las herramientas principales para evitar que nuestra región siga siendo devastada. Sin embargo, las evidencias demuestran que la ejecución de estos planes, al igual que otros de carácter ambiental, no son prioritarios para nuestras autoridades regionales, provinciales y distritales. El crecimiento desordenado de nuestros pueblos y la práctica de actividades productivas insostenibles se impone a las insuficientes e ineficaces medidas que nuestros “representantes” adoptan tímidamente.
Definitivamente, no existe voluntad política para poner en práctica los diversos instrumentos de gestión ambiental existentes, los cuales sólo están de adorno en los escritorios o andamios del gobierno regional y de las municipalidades. ¿Acaso la Zonificación Ecológica- Económica (ZEE) como el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) no persiguen como objetivo principal el uso adecuado de nuestros recursos naturales? ¿Acaso la ZEE y el POT no se orientan a ordenar las actividades que se desarrollan en nuestro territorio? ¿Qué más tiene que pasar para que nuestras autoridades reaccionen y adopten medidas favorables para las presentes y futuras generaciones?
Tal como se presentan las cosas, no es aventurado inferir que de aquí a dos décadas la mayoría de pueblos sanmartinenses sufrirán una severa escasez de agua que hasta podría obligar a sus pobladores a migrar a otros lugares. Tampoco es aventurado deducir que la falta de conciencia ambiental, la negligencia y el oportunismo de nuestras autoridades (de promover obras que impacten al momento) están contribuyendo a agravar esta crisis, que inevitablemente repercutirá más allá de nuestras fronteras regionales. Todo indica que a ninguno de nuestros “políticos” el tema ambiental le parece rentable, porque es un asunto de mediano y largo plazo que no ayuda a ganar votos al corto plazo.
Tengamos en cuenta que nuestra región es parte de un ecosistema global y como tal todo lo que nos afecte directamente repercutirá también en otras latitudes. Nuestros “representantes” deben contemplar que el origen de la crisis no hay que rastrearlo en la propia naturaleza, sino en la gestión de nuestros recursos naturales, entre ellos de los recursos hídricos, esencialmente causada por la utilización de métodos inadecuados.
Tenemos que entender, de una vez por todas, que la falta de acceso al agua en cantidad y calidad adecuada limita nuestra capacidad de producir alimentos y de obtener ingresos suficientes. Limita nuestra capacidad de crear industrias, de promover el turismo, la agricultura, la ganadería y de producir energía. En otras palabras, de crecer sosteniblemente.
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